Libro

Philip Rohr

(?-1686)

Portada de Dissertatio Historico-Philosophica Masticatione Mortuorum

Portada de Dissertatio Historico-Philosophica Masticatione Mortuorum

SOBRE PHILIP ROHR Y SU OBRA

Poco sabemos de Philip Rohr, autor de Dissertatio historico-philosophica de masticatione mortuorum. No sabemos cuando nació, pero sí que murió en 1686. Rohr era teólogo y su obra es la versión impresa de una conferencia que impartió en la Universidad de Leipzig el 16 de agosto de 1679, el mismo año que salió la versión impresa.

Como él mismo explica el objetivo de su obra es analizar las opiniones de distintos estudiosos que refieren casos en los que se han encontrado cadáveres que, ya enterrados, desde sus ataúdes, emiten ruidos como de cerdos comiendo, que mastican partes de su sudario y de su propia carne, y llegan a salir fuera de las tumbas para comerse a los vivos, dejarles sin sangre, o llevarles epidemias. En el prólogo anuncia que el texto estará dividido en una primera parte histórica, seguida de otra de carácter filosófico.

El siguiente resumen del contenido de la primera parte de la obra lo hacemos a partir de la traducción de la historiadora Maria Amtònia Martí Escayol, publicados en los tres primeros números de la revista digital Mamut.

LA PARTE HISTÓRICA

En las seccion 2, Rohr refiere varios casos de personas vivas que han sido enterradas por error, y dice que no va a tratar sobre ellos. En la sección 3 dice a su vez que tampoco se ocupará de espectros, y deja bien claro que es una aberración teológica pensar que el diablo puede resucitar a alguien, salvo unos pocos casos en los que el diablo actúa con el permiso divino y maneja el cuerpo como si fuera un títere. Rohr, continúa, se encargará de estudiar los casos de auténticos difuntos que por alguna razón empiezan a masticar. Uno de los que afirman que esto es posible es Kornmannus, autor de De Miraculis Mortuorum (Part II, c. 64), quien da por cierto y probado que se han dado casos en los que los difuntos han devorado sus vestiduras en la tumba. Continúa Rohr diciendo que los extraños sonidos emitidos por los cadáveres son especialmente extraños y muy comunes en cadáveres femeninos, aunque, según él, muchos autores oculten el hecho de que haya más cadáveres femeninos masticadores que masculinos.

A continuación expone algunos ejemplos y casos extraídos de diferentes obras a las que remite el lector para profundizar en los detalles de cada caso. Rohr sólo indica el año, el lugar y la obra, aunque en su tratado da algunos detalles más, muy pocos, que añadimos aquí:

  • 1345. Levin (Bohemia). Un cadáver femenino masticó en su tumba su sudario y le sacaron parte de él de su boca (George Phillipp Harsdorffer en su Theatrum Tragicorum Exemplorum, citado por Hegenezius en Chronicon Bohemiae (cap CXV. P.m. 406).
  • En tiempos de Lutero (1483–1546). El cadáver de una mujer, cuando la desenterraron, había devorado su ropa y su propia carne en la congregación del pastor M. Georg Röhrem de Wittemberg. (Luther’s Colloquia xxiv, f. m. 221. sq.)
  • 1552, cerca de Friburgo (Freiburgum en el original). (Müllerus in Annal. Freiburgens. p. 254. in ap. Excell. Dn. L. Garmann. De mirac. Mort.)
  • 1553, Luben, Silesia (Conrad Schlüsselburg, Gründlicher Erklarung des XCI Pf. Cons. XII, Part iii, p.m.155).
  • 1565, Sangerhausen, y otro caso en 1579, en Weismarien. (D. Schlüsselburg. l. c. ex Conc. Funebr. XXX. M. Heinrici Rothens in Additam.)
  • 1581, Marburg y alrededores. Según Adam Rother (Adamus Rotherus en el original), se han escuchado ruidos procedentes de las tumbas en los que sus ocupantes emiten todo tipo de sonidos extraños, como el cloquear de las gallinas. (Piae meditationes et commonefactiones ex verbo dei/ Quas tempore pestiferae, luis, publice pro concione proposuit auditoribus suis, Wittenberg, 1584.)
  • 1603. Reinstade (Nienstade), cerca de Hamburgo (Hamburgen en el original), se oyó a un cadáver haciendo los ruidos que hace el cerdo cuando devora algo. Casos similares se vieron en cuerpos enterrados cuando la plaga de peste asoló Schisselbein, como se registra en el Tratado de peste en Schisselbein, de Ignatius Hanielus. Encontramos estos casos en la obra de Konrad Schlüsselburg, autor de Gründlicher Erklarung des XCI Pf.
  • 1672. Georg Philipp Harsdörffer, autor de Theatrum Tragicorum Exemplorum, cita el caso de un cadáver que devoró su ropa, y el cuerpo de una mujer que estaba enterrada cerca de él. Rohr dice que Harsdorffer no indica el año pero que ocurrió en 1672 en la ciudad morava de Egwanschitz.v
  • El propio Rohr aporta un caso de su ciudad que le fue referido por una amigo suyo de confianza, según el cual el cadáver de un hombre cuyo nombre no quiere mencionar, había devorado sus extremidades, según pudieron observar cuando lo exhumaron.

Dice Rohr, a continuación, que aún puede aportar más ejemplos extraídos de más textos, pero que considera estos ejemplos como prueba de que realmente se oye masticar a algunos cadáveres.

LA PARTE FILOSÓFICA

La segunda parte del libro es una exposición filosófica, un intento de buscar una explicación al fenómeno. Rohr rechaza las teorías que lo achacan a causas naturales desconocidas. Luego examina la creencia de que, según los judíos, es Azazel, el ángel de la muerte, el que devoraría a los cadáveres en forma de serpiente. Rohr examina los textos donde se identifica a Azazel con una serpiente y arguye que es una interpretación a la que él no le da demasiada validez, ya que se basan en textos bíblicos referentes a la serpiente en los que nunca se dice que ésta sea Azazel ni que se alimente de cadáveres. Todo parece, según Rohr, que se trata de una interpretación propia de algunos autores que se lo atribuyen falsamente a rabinos y talmudistas. Examina también el mito de Eurynomus, dios de los muertos griego que devora la carne de los muertos hasta dejarlos en los huesos. Pausanias describe a este dios de color entre negro y azul muy oscuro, similar al color de las moscas que sobrevuelan la carne, se sienta sobre la piel de un buitre (animal carroñero), y luce una larga hilera de dientes blancos.

Rohr continúa hablando de una leyenda judía según la cual un ratón devora cruelmente los cadaáveres mientras estos gritan, así como de supuestas leyendas en las que creen los turcos acerca de un dragón de noventa y nueve cuellos, cada uno de los cuales cuenta con siete cabezas que muerden los cuerpos de los descreídos, por todos sus pecados. Concluye Rohr que todo esto son historias sin sentido. Igualmente cree que no se puede atribuir el fenómeno a hienas, que no existen en Alemania, ni tampoco a sanguijuelas u otros animales.

De todo esto infiere que sólo queda una explicación posible: es el demonio, que también es capaz de realizar prodigios similares con los cadáveres, como hacer que el cadáver de un asesinado sangre en presencia de su asesino. Sugiere además que las brujas pueden colaborar con el demonio en esta labor. Las brujas, con sus poderes obtenidos gracias a su contrato con el diablo, inducirían la masticación de los difuntos para extender plagas y enfermedades. Sugiere también Rohr que, como se dice de muchas brujas, desde tiempos clásicos, desentierran a los muertos y extraen sus miembros para realizar sus maleficios. Afirma incluso que pueden hacer que salgan de sus tumbas, se muevan y gesticulen.

Es el diablo, concluye Rohr, el que utiliza el cadáver para que roa, mastique y deglute sus vestiduras y sus propios órganos, utilizando el propio cuerpo para hacer esos sonidos como los de un cerdo comiendo, y que se transmiten bien desde la tumba hasta la superficie del suelo, pudiéndose oir en las cercanías de la tumba. Tampoco descarta que en algunos casos sea el diablo el que produzca esos sonidos en el aire por encima de la tumba, o simplemente induzca esa ilusión en los sentidos de los que lo oyen, que en realidad no oyen nada, ya que en realidad se trataría de una fantasmagoría que engaña a los sentidos de los hombres. Termina Rohr asegurando que, según la casuística recogida, los ruidos de masticación mortuaria son mucho más frecuentes en tiempos de peste.

© 2021. Del texto,Javier Arries

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