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Afilando los colmillos

AFILARSE LOS COLMILLOS ESTÁ DE MODA EN ALEMANIA

Hace algunas semanas salía en algunos medios una breve noticia recogida bajo titulares similares a éstos: La moda de afilarse los dientes a lo vampiro alarma en Alemania, Técnica de afilarse colmillos para parecer vampiros no será cubierta por seguros médicos en Alemania, etc. La noticia ponía de relieve que la técnica de afilarse los colmillos se estaba poniendo de moda en Alemania, especialmente entre muchos seguidores de la escena gótica. Este es el texto que ofrecía la Agencia EFE:

Técnica de afilarse colmillos para parecer vampiros no será cubierta por seguros médicos en Alemania.

Estas intervenciones no son realizadas por profesionales, sino que se han convertido en una nueva oferta de talleres de tatuajes y "piercing", y en la moda de jóvenes afines al movimiento gótico.

Para conseguir unos colmillos "estilo Drácula" los jóvenes se dejan limar los incisivos o colocar "prótesis" para alargarlos y darles aspecto depredador, explicó un portavoz del seguro de enfermedad semipúblico KKH.

Ese tipo de intervenciones dañan seriamente el esmalte dental, hacen que los dientes sean más sensibles a la caries e, incluso, se vuelven tan frágiles que pueden romperse al morder, subrayó el portavoz.

Añadió que "los alargamientos dentales artificiales dan lugar además a alteraciones antinaturales de la masticación, pueden causar lesiones maxilofaciales, daños óseos en la mandíbula e incluso la pérdida de los dientes".

Por estas razones, los aseguradores médicos advirtieron que no van a asumir los costes de enfermedades o lesiones derivados que traen esta nueva tendencia.

Hemos visto la noticia comentada en muchos blogs y sites con la consiguiente y natural cascada de comentarios para todos los gustos. Tal como estaba redactada la noticia, muchos lectores han interpretado que esta es una nueva moda surgida en Alemania; pero lo cierto es que esta moda ni es nueva ni ha nacido en Alemania.

¿NUEVO? NO TANTO

Es una creencia muy comúm que la afición que algunos muestran por aparentar ser vampiros es una tendencia surgida a la sombra de las novelas de Anne Rice, o del reciente boom que ha sido la adaptación cinematográfica del Crepúsculo de Stephenie Meyer. Pero no es así. El afán por identificarse con la figura del vampiro no es una moda reciente, ni mucho menos, y la mayoría de los aficionados al vampirismo están bastante lejos de identificarse con el adolescente un tanto empalagoso de Crepúsculo. Este deseo de asumir el rol del vampiro no es actual; se manifiesta en algunas personas apenas como una simple e inocente afición, para otras representa un modo de comportarse, una estética y una manera de entender  la vida, y tampoco faltan los que, más o menos relacionados con el ocultismo han convertido la figua del vampiro en un objeto de culto. Los grupos de personas atraidos por la personalidad de este mito atemporal son muy diversos.

Vampiro Don

Vampiro Don. Seguidor del Vampyre Lifestyle. Imagen del show televisivo de Tyra Banks.

La fascinación por el personaje del vampiro, por asemejarse a él en el modo de vestir y de vivir, quizá sería mejor decir "no vivir" en el caso de un no muerto, ha atrapado a muchos desde hace muchas décadas y no es un invento tan reciente como creen muchos.

El propio Bela Lugosi que dio vida al personaje de Drácula en la gran pantalla, sucumbió al encanto del personaje que le llevó a la fama hasta el punto de que se llegó a afirmar de él que dormía en un ataúd, como hacen hoy algunos seguidores más extremos del "Vampyre Lifestyle". Bien conocida es la anécdota de que tras su fallecimiento, y tal como había dejado estipulado en su testamento, fue incinerado vestido con su capa y su traje de conde.

El "Vampyre Lifestyle" tiene décadas de existencia y ha estado subsistiendo como una subcultura (en el sentido estricto del término, y que dicho sea de paso no tiene nada de peyorativo) prosperando a la sombra de nuestras ciudades con rasgos propios. Y se ha ido nutriendo, al mismo tiempo que la ha inspirado en parte, de la cambiante estética "vampiresca" que el cine, la literatura, el comic, o ciertas escenas contraculturales han ido desarrollando a lo largo de los últimos años. Los vampyres, con y griega, como los seguidores del Vampyre Lifestyle se autodenominan para diferenciarse del vampiro mitológico y tradicional no son una moda reciente. En las últimas décadas, más o menos conectados al movimiento, muchas veces por libre y casi de modo espontáneo, han surgido todo tipo de admiradores del personaje que en ocasiones tratan de imitarlo en sus características más estereotipadas: vestimenta, evitar la luz solar, beber sangre, y ¿cómo no?... los inevitables colmillos.

LA SONRISA DEL VAMPIRO

Junto al uso de lentillas para darle a los ojos un aspecto más acorde con el personaje se han hecho muy populares el uso de fundas e implantes superpuestos a la dentadura para simular los colmillos que el cine ha popularizado como característica básica del vampiro. Quizá el método más popular de imitar la dentadura vampírica es la clásica funda de plástico que a menudo forma parte de los complementos de trajes y disfraces. El disfraz de vampiro es uno de los más populares en celebraciones como Hallowen ó los Carnavales, y la funda de plástico o similar es casi adminículo obligado. Estos dientes de pega a menudo resultan demasiado evidentes, aunque siempre se puede recurrir a trucos para darles un aire más realista. Uno muy popular consiste en mancharlos levemente con chocolate para oscurecerlos un poco. Si además se les quiere dar un toque sangriento se puede recurrir a embadurnarlos con "sangre artificial". Una fórmula casera de crear esta sangre artificial consiste en mezclar mierl con colorantes alimentarios rojo y amarillo. Se puede oscurecer la mezcla y darle más consistencia empleando colorante verde y detergente.

Los que buscan un efecto más realista prefieren utilizar prótesis o fundas hechas con acrílico dental. Las fundas que no se llevan permanentemente a veces se ajustan con pegamento quirúrgico. Algunas de estas técnicas son las que emplean los maquilladores y especialistas en efectos especiales de la industria cinematográfica. Hay quien opta por hacerse moldes de resina para los colmillos. Un dentista puede hacer el molde, y dejarlo ajustado y a su vez podrá quitarlos cuando se desee. En otros casos las fundas se hacen de esmalte sintético (composite) y con frecuencia se acude a algún especialista en estética bucal para buscar el tono que más se adecúa con el color de los dientes propios. Existen también fundas metálicas, los grillz, que imitan piezas de oro, plata o platino, y que se venden como piezas removibles que se ajustan sin necesidad de alterar los dientes. El coste de cada pieza oscila alrededor de los 50 euros.

Hay quien utiliza estas prótesis de modo temporal, para asistir a ciertos eventos, o sólo en determinadas situaciones, pero no faltan quienes quieren que sea un adorno permanente. En este caso el ajustado puede hacerse mediante el uso de pegamento quirúrgico o requerir el limado de los caninos. Esto no carece de riesgos, y puede dar lugar, según los especialistas, a problemas de masticación y lesiones en la mandíbula. A las autoridades sanitarias alemanas, según reza la noticia con la que empezamos este artículo, les preocupa además que estas operaciones, ofertadas por talleres de tajuaje y piercing, las realice personal no cualificado. Dicha oferta además es muy variada y se ofrecen distintos tipos de "dentaduras" con formas variadas imitando a las de los diferentes vampiros que la pantalla grande nos ha ido ofreciendo, desde el Nosferatu de Murnau, hasta Entrevista con el Vampiro, o Underworld.

Por último, la solución más peligrosa consiste en afilarse los colmillos, práctica que a veces también se practica con los incisivos. Además de que es una operación irreversible hay que destacar los muchos peligros que conlleva y que la hacen totalmente desaconsejable. El afilado conlleva la reducción de la masa del diente, lo que da lugar a un mayor riesgo de que se rompan al masticar, y lesiona gravemente el esmalte haciendo los dientes más sensibles y propensos a caries. Si no se realiza con cuidado, la operación puede resultar sumamente dolorosa, y el daño de la placa puede ser tal que comer algo caliente o muy frío puede convertirse en algo insufrible de por vida.

UNA PRÁCTICA MILENARIA

Estas prácticas sin embargo, no han nacido en Alemania, y ya llevan tiempo realizándose en Estados Unidos, Argentina, o México, por poner algunos ejemplos. Así, por ejemplo, en el Distrito Federal, cualquiera puede encargar sus fundas de resina para colmillos por unos 800 pesos, cerca de 42 euros, por colmillo. Pero a muchos les sorprenderá saber que el afilado de los dientes ni siquiera es una moda nacida en nuestro siglo, y que es una práctica común a muchas culturas tanto actuales como desaparecidas. En la actualidad hay etnias que la practican en Angola, Venzuela, Panamá y el norte de Brasil.

En un artículo publicado en el número 14 de la revista Arqueología Mexicana, titulado El embellecimiento dentario en la época prehispánica, de José Antonio Pompa y Padilla, se hace referencia a la práctica de limarse los dientes con fines estéticos por parte de algunas culturas prehispánicas. La práctica del limado se rastrea en la América prehispana en áreas tan alejadas entre sí como Mesoamérica (siglos XIV a X a.C.), el suroeste de los Estados Unidos, Ecuador, Chile y Argentina. En la América colonial era corriente entre los esclavos negros de las Antillas, especialmente entre los carabalí, donde formaba parte del rito de iniciación de la pubertad. El afilado de dientes ha sido también una tradición muy común en el sureste asiático, en Indonesia y Filipinas.

En el caso de Mesoamérica, siempre según el artículo, la operación la realizaban las mujeres, tal y como aún hacen en el norte de Brasil, con un instrumento de piedra pulida, como lo atestigua un fresco de Teotihuacan. Figuras arqueológicas demuestran que era una práctica común en ambos sexos. La costumbre ya estaba en declive cuando llegaron los españoles, y los especialistas no se ponen de acuerdo en si las razones de esta costumbre eran meramente estéticas o un signo de status social elevado.

El artículo de José Antonio Pompa y Padilla empieza con una cita de Alfonso Caso que invita a la reflexión: “Al juzgar las mutilaciones dentarias de nuestros aborígenes, no debemos considerarlas como un rasgo de incultura, sino como características de otra cultura.” Personalmente opino que la salud está por encima de las consideraciones estéticas, pero creo que el respeto a la opinión y al gusto del otro son obligados y las preferencias propias no tienen porque ser las del otro. A menudo estamos condicionados culturalmente y vemos como normales lo que a otros pueden parecer aberraciones y viceversa. Muchos que consideran aberrantes estas prácticas serán mucho más benignos con el uso de zapatos de tacón, una práctica socialmente aceptada en Occidente y asociada a la elegancia y que sin embargo son una fuente de serios problemas de salud. Si hay algo que nos enseña la antropología es la diversidad del animal humano y la relatividad de sus hábitos.

© 2009. Del texto y traducciones, Javier Arries

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«A veces, se alzan puertas. Atravesarlas o pasar de largo; esa es la elección del viajero, la causa de su grandeza y de su eterno peregrinar. Viajero llama a la puerta si quieres pasar...»