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La piedra rúnica de Kensington

¿Una piedra rúnica en Estados Unidos?

Piedra rúnica de Kensington

Hombre salvaje en un tálero de Brunswick-Wolfenbüttel en la Alemania moderna

Ya se da prácticamente por hecho que Leif Erikson, el hijo de Erik el Rojo, que descubrió Groenlandia, viajó todavía más hacia el oeste, allá por el año 1000 y costeó y desembarcó en un lugar que él llamó Vinland, Tierra del Vino. Muy probablemente se trata de la isla canadiense de Terranova, y de los territorios costeros del Golfo de San Lorenzo. Allí creó un asentamiento precario, Leifbundir, que duró aproximadamente una década, la primera ocupación europea en América 500 años antes de la llegada de Cristobal Colón. Parece muy probable, que los colonos groenlandeses estuvieron aprovisionándose de madera en las costas de Norteamérica hasta el siglo XIV. Todo esto lo conocemos a través de las sagas y de diversas crónicas medievales. Faltaban las pruebas arqueológicas, pero en 1960, un matrimonio noruego, el Dr. Helge Ingstad, y la arqueóloga Anne Stine Ingstad, y su marido, descubrieron los restos de una aldea vikinga en La Ensenada de las Medusas, al norte de Terranova. Muy probablemente habían encontrado el poblado de Leifbundur, del que hablaban las sagas.

Pero antes de 1960, en 1898, en las proximidades de la ciudad de Kensington, en el centro del estado de Minnesota, Olof Öhman, un sueco que emigró a Estados Unidos, afirmaba haber encontrado una piedra rúnica, la prueba, según él, de que los vikingos habían estado allí. El artefacto es una roca de unos 92 kg, de 76 cm. de largo, 41 de ancho, y 15 de espesor. Al encontrar unos signos en ella, según Olof, él y su hijo lo tomaron al principio como un almanaque indio. Luego se llegó a la conclusión de que eran runas. Traduciéndolas palabra por palabra esto era lo que decía:

«Ocho habitantes de Gotland y 22 hombres del norte realizaron este viaje de adquisición desde Vinland hacia el oeste. Teníamos un campamento de dos (¿refugios?) a un día de viaje hacia el norte de esta piedra. Un día estábamos pescando. Al volver a casa encontramos a 10 hombres enrojecidos por la sangre y muertos. Ave María (AVM en el texto) sálvanos del mal.»

Gotland es una región al sur de Suecia.

En un costado de la piedra decía esto otro:

«Hay 10 hombres en el mar interior para cuidar nuestros barcos, a catorce días de viaje desde esta península (o isla). Año 1362»

Un fake de más de noventa kilos

La mayoría de los académicos opinan que es una falsificación del siglo XIX, realizada por el propio Öhman.

La piedra rúnica de Kensington se encuentra ahora mismo expuesta en el Museo Runestone de Alexandria, Minnesota. Öhman vendió la piedra en 1911, por diez dólares, a la Sociedad Histórica de Minnesota.

Anubis

Contrato de venta de la piedra de Kensington, firmado el 19 de abril de 1911

Los noruegos, que en aquel momento tenían sus asperezas con los suecos, enseguida dijeron que era un engaño de un sueco. Y hubo no pocos rifirrafes y acusaciones mutuas.  La mayoría de los colonos de Groenlandia y de Islandia procedían de Noruega, no de Suecia. Los suecos estaban más volcados en colonizar y explorar el Báltico, Rusia, Ucrania… Y lo cierto es que es mucha casualidad que la piedra, con runas en sueco, no en noruego, haya aparecido en una comunidad donde había muchos emigrantes escandinavos. En Estados Unidos, en la Universidad de Minnesota, el profesor de Lenguas y Literatura Escandinavas en el Departamento de Escandinavia, Olaus J. Breda (1853-1916), estudió una copia de la inscripción y concluyó que se trataba de un fraude. Le envió una copia de la misma a diferentes lingüistas escandinavos (Oluf Rygh, Sophus Bugge, Gustav Storm, Magnus Olsen y Adolf Noreen, entre otros), y todos estuvieron de acuerdo en que la inscripción era reciente.

El geólogo Newton Horace Winchell, que era miembro de la Sociedad Histórica de Minnesota, la misma que compró la piedra a Öhman, y el lingüista George T. Flom, de la Sociedad Filológica de la Universidad de Illinois, estudiaron la piedra. Winchell y otros geólogos estiman que las huellas de cincel son demasiado recientes y nítidas, lo que sugiere que no han sufrido desgaste y que son modernas.

Por otra parte Georges T. Flom encontró importantes diferencias entre la grafía de las runas que se habían utilizado para realizar la inscripción y las que se utilizaban en el siglo XIV. Además, el sueco en el que está escrita la inscripción es moderno, y no es el que se usaba en el siglo XIV. Si además consieramos que Minnesota está muy, pero que muy lejos de Terranova, parece claro que estamos ante un fake de más de noventa kilos.

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